jueves, 3 de febrero de 2011

EL HOMBRE CUERPO Y ALMA


CONCEPCION FILOSOFICA DEL HOMBRE

1. Expresión ¨ Corpore et anima unus ¨ en el catecismo de la Iglesia católica

El hombre ha sido creado por Dios como unidad de alma y cuerpo: « El alma espiritual e inmortal es el principio de unidad del ser humano, es aquello por lo cual éste existe como un todo —“corpore et anima unus”— en cuanto persona. Es el propio Concilio Vaticano II que expresa la simultánea unidad y dualidad de la persona humana con esta fórmula breve y lapidaria. «Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador».

La unidad de la persona humana siempre ha sido enunciada por la Iglesia, frente a los dualismos exagerados. De este modo, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.

En definitiva, «el hombre creado a imagen de Dios es un ser a la vez corporal y espiritual, o sea, un ser que por una parte está unido al mundo exterior y por otra lo trasciende: en cuanto espíritu, además de cuerpo es persona. Esta verdad sobre el hombre es objeto de nuestra fe, como también lo es la verdad bíblica sobre su constitución a "imagen y semejanza" de Dios; y es una verdad constantemente presentada, a lo largo de los siglos, por el Magisterio de la Iglesia.

El hombre, por tanto, tiene dos características diversas: es un ser material, vinculado a este mundo mediante su cuerpo, y un ser espiritual, abierto a la trascendencia y al descubrimiento de « una verdad más profunda », a causa de su inteligencia, que lo hace « participante de la luz de la inteligencia divina ».


2. Citas bíblicas del texto del Catecismo.

Gn. 2,7 – Mt. 16,25-26 – Jn. 15,13 – Hch. 2,41. – Mt. 26,38 – Jn. 12,27 – Mt. 10,28 - 2 M 6,30 – 1 Co. 6,19-20; 15,44-45 – Jr. 31,33 – 1 Ts. 5,23 - Dt. 6,5; 29,3 – Is. 29,13 – Ez. 36,26 – Mt. 6,21 –Lc. 8,15 – Rm. 5,5.


3. Las precisiones del Concilio de Vienne de 1312.

Para expresar la dualidad constitutiva del ser humano, durante siglos se ha utilizado una terminología ya clásica, según la cual el hombre está compuesto de alma y cuerpo. La Iglesia ha utilizado esta terminología en sus formulaciones, introduciendo a la vez las aclaraciones necesarias: por ejemplo, que alma y cuerpo no son substancias completas, y que el alma es forma substancial del cuerpo. Cuando la Iglesia habla de alma y cuerpo, se refiere a las dimensiones espirituales y materiales de la persona humana, que es un ser único; pero también subraya que el alma espiritual trasciende las dimensiones materiales y, por tanto, subsiste después de la muerte, cuando las condiciones materiales hacen imposible la permanencia de la persona en el estado que le corresponde en su vida terrena.

Debe ser subrayada la importancia del alma dando ¨ forma ¨ al cuerpo ya que esta le aporta una espiritualidad a la materia para que esta conforme un cuerpo humano, un cuerpo de un ser viviente y no simple materia.

Pero aún mas importante es esta concepción sobre la relación entre cuerpo y alma la cual no se da entre dos naturalezas distintas que se unen sino que en ese proceso de unión constituyen una sola naturaleza.


4. Los aportes del Concilio de Letrán

Se hacía referencia en el punto anterior que en el Concilio de Vienne, empleando conceptos tomistas, se estableció que el alma racional es la forma del cuerpo. Con ello se quería decir que el espíritu emerge en la materia en forma de cuerpo y que' el cuerpo es la realización y expresión del espíritu. En el V Concilio de Letrán (1513) se afirmaba que el espíritu no era algo personal sino universal, común. Así se reafirmaba que el espíritu es la forma singular e individual de cada cuerpo, que funda una unidad personal. A ese alma que pertenece al cuerpo, el Concilio le atribuyó el carácter de inmortalidad. Como comentaba el teólogo alemán Johann Baptist Metz ¨ la inmortalidad se atribuye al alma porque el hombre individual, en su concreción histórica, es inmortal ¨. La muerte biológica no puede, por tanto, significar la disolución total de la realidad humana. Ya el Nuevo Testamento entendía la muerte como otro modo de estar con Cristo (Flp 1,23).

5. La clarificación del concilio de Constantinopla sobre que no hay dualidad en el alma.

En realidad, el concilio IV de Constantinopla (869-871) amenaza con excomunión a los que sostienen que hay dos almas en el hombre, enseña que sólo hay un alma racional.

Textualmente el Concilio dice que:

57 Dz 338 Can. 11. El Antiguo y el Nuevo Testamento enseñan que el hombre tiene una sola alma racional e intelectiva y todos los Padres y maestros de la Iglesia, divinamente inspirados, afirman la misma opinión; sin embargo, dándose a las invenciones de los malos, han venido algunos a punto tal de impiedad que dogmatizan imprudentemente que el hombre tiene dos almas, y con ciertos conatos irracionales, por medio de una sabiduría que se ha vuelto necia (1Co 1,20), pretenden confirmar su propia herejía.

658 Así, pues, este santo y universal Concilio, apresurándose a arrancar esta opinión como una mala cizaña que ahora germina, es más, llevando en la mano el bieldo (Mt 3,12 Lc 3,17) de la verdad y queriendo destinar al fuego inextinguible toda la paja y dejar limpia la era de Cristo, a grandes voces anatematiza a los inventores y perpetradores de tal impiedad y a los que sienten cosas por el estilo, y define y promulga que nadie absolutamente tenga o guarde en modo alguno los estatutos de los autores de esta impiedad. Y si alguno osare obrar contra este grande y universal Concilio, sea anatema y ajeno a la fe y cultura de los cristianos.

Por otra parte, el Concilio Vaticano I afirmó que ¨ Espíritu ¨ significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural y luego Pío XII enseñaba que su alma es capaz de ser elevada gratuitamente a la comunión con Dios (Humanis Generis).

6. Las riquezas de Gaudium et Spes 14,1 y 22,5.

Cuando se define al hombre, en su unidad de cuerpo y alma, por su misma condición corporal como síntesis del universo, viene a mi mente el recuerdo de ese simbolismo basado en un triángulo, cuyas capas están integrados en forma ascendente por el reino mineral, vegetal y animal. Coronado en su vértice superior por su humanidad apuntando hacia la trascendencia.

Esto pone de manifiesto ese asumir y representar lo creado como algo querido y visto como bueno por el Dios creador. Justamente, esa síntesis pone en juego esa misión del hombre en glorificar la creación y junto a Cristo, llevarla en devolución de amor hacia Dios Padre que creo todo también por amor.

Justamente, es el Espíritu de Dios que el hombre ha recibido, que le permite diferenciarse del resto de la creación y capacitarlo para cumplir ¨ la ley nueva del amor ¨. El hombre es restaurado internamente del pecado y camina hacia el momento de la restauración de todas las cosas en Cristo para participar de la nueva creación.


7. Explicación del término ¨ corazón ¨.

Según la mentalidad semita el corazón es el órgano central y más importante del cuerpo en donde radica no sólo la vida física sino también la vida espiritual, intelectual, afectiva y pasional de la persona. Se comprende que a veces "corazón" equivalga a "alma".

Es interesante notar como el corazón, en cuanto sede de la vida espiritual, es sinónimo de "hombre interior" en contraposición a "hombre exterior" y constituye la persona misma en su interioridad.

El corazón es la sede u origen de los pensamientos, de la fe y la duda, memoria, deseos, apetencias, pasiones, sentimientos y hasta cualidades artísticas e intelectuales. Incluso, es allí donde se siembra la palabra del evangelio, que el diablo puede hacer infructífera arrancándola del corazón. Es también donde se forman los juicios y se toman las decisiones, pudiendo traducirse a veces a veces "corazón" por "conciencia", llegando a ser el lugar donde se comete el pecado puesto que Dios ha escrito la ley divina en los corazones de los hombres. Es decir, en sus conciencias, sabiendo el hombre por sí mismo lo que es bueno o malo sin que nadie se lo diga.

En el corazón o conciencia del hombre es donde brilla principalmente la luz de la verdad y donde tiene lugar el acto libre de fe.

Es el corazón el lugar donde se da vitalmente el encuentro con Dios ya que allí reside el hombre tal cual es. Por el contrario, puede ser el lugar donde, terriblemente, pueda darse el rechazo hacia Dios.

Es este el ámbito donde tiene lugar la opción fundamental por Dios y donde el hombre se muestra sin tapujos, disfraces o mediaciones humanas.

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